
La situación macroeconómica de la Argentina mostró una mejora en el último tramo del año y sienta las bases para que 2026 sea un “año bisagra” en el que el principal desafío será consolidar la estabilidad alcanzada y traducirla en crecimiento sostenido para la mayor parte de los sectores productivos, según el análisis de distintos economistas.
Las proyecciones surgen del Informe Económico Mensual (IEM) elaborado por IAE Business School, donde especialistas evaluaron las perspectivas para el año próximo y señalaron que, de sostenerse el proceso de estabilización, 2026 podría convertirse en un período “promisorio” para la economía.
Lucas Pussetto, editor del IEM y profesor de Economía en IAE Business School, destacó que “diciembre encuentra a la economía en una situación macroeconómica sensiblemente mejor a la que se anticipaba al inicio del año”, aunque advirtió que la recuperación fue desigual. “Hay sectores que comenzaron a mostrar señales claras de reactivación y otros que todavía enfrentan un contexto exigente”, explicó.
Pussetto remarcó además que uno de los datos distintivos de 2025 fue el cambio en el clima económico: “Por primera vez en mucho tiempo, la discusión dejó de estar dominada exclusivamente por la urgencia y la emergencia. La estabilidad —todavía incipiente— empezó a convertirse en un activo tangible, mejorando expectativas, confianza y horizonte de planificación para empresas y hogares”.
En esa línea, sostuvo que “el 2026 aparece como un año bisagra” y subrayó que, si la estabilización logra consolidarse, el desafío será “transformar esa estabilidad en crecimiento sostenido y transversal, que alcance a la mayor parte de los sectores productivos”.
Por su parte, Marina Dal Poggetto, también profesora de Economía en IAE Business School, señaló que “2025 cierra mucho mejor de lo que parecía hace unos meses y, en simultáneo, mejoran las perspectivas para 2026”. Según explicó, el resultado de las elecciones del 26 de octubre permitió “extender el horizonte de la política y la economía”.
Dal Poggetto hizo foco en el nuevo esquema cambiario que comenzará a regir a partir del 1 de enero: “El cambio en las bandas permite que el techo no se atrase con la inflación y darle lugar a la acumulación de reservas. A priori, el Gobierno sigue priorizando la desinflación, mientras espera acumular reservas por la cuenta capital sin presionar sobre el tipo de cambio. Veremos cómo se da esta pulseada en las próximas semanas”.
En tanto, Eduardo Fracchia, profesor de Economía en IAE Business School, afirmó que “Argentina termina el año con un crecimiento estimado de 4%” y destacó que se trata de un dato relevante: “Hace tiempo que no teníamos dos años de crecimiento seguidos, y esta vez se conseguiría con un crecimiento estimado cercano al 3% para 2026”.
Fracchia sostuvo que el Gobierno busca reducir la volatilidad cambiaria mediante el régimen de bandas. “Por eso se inclina por este esquema y no por una flotación sucia como plantean algunos. La banda inferior, por otra parte, ha perdido sentido y quizás sería deseable que se elevara”, opinó.
El economista agregó que “el proceso de desinflación sigue su curso” y señaló que uno de los objetivos centrales del Ejecutivo es avanzar hacia “crecimiento con empleo”, en un contexto donde “el proceso de reconfiguración afecta más a los conurbanos con fuerte presencia de industria, construcción y comercio”. “En el tercer año de gestión, todas las últimas presidencias enfrentaron crisis, pero en este caso pareciera que será un año promisorio para la economía”, afirmó.
Desde una mirada centrada en los riesgos, Damián Falcone, profesor de Gestión del Riesgo en IAE Business School, evaluó que “Argentina ingresa al nuevo año en una posición relativamente ventajosa frente a los principales riesgos económicos”. Según explicó, variables como actividad económica, inflación, tipo de cambio, balanza comercial y fiscal muestran “buenas perspectivas”.
Falcone consideró que los desafíos del proceso de estabilización “parecen haberse sorteado con éxito sin afectar el apoyo popular”, aunque advirtió que la evolución de los precios internacionales será clave en 2026. “El índice agregado de commodities caería alrededor del 7%, continuando una tendencia bajista iniciada en 2022, según el Banco Mundial”, indicó.
Si bien destacó el proceso de diversificación de exportaciones, alertó que “perspectivas negativas sobre los precios futuros del petróleo, gas y litio podrían afectar las decisiones de inversión”. A ello sumó que persisten “desafíos importantes” en la acumulación de reservas internacionales, condición necesaria para el retorno a los mercados de crédito. “Durante los próximos meses se podrá evaluar el anunciado plan de acumulación de reservas, que según estimaciones privadas aportaría entre siete y diez mil millones de dólares”, precisó.
Por último, Falcone señaló que continúa abierto el debate sobre el impacto de la apertura comercial en la industria y el empleo. Recordó que durante la convertibilidad el desempleo “demoró algunos meses en subir, pero llegó a trepar hasta el 17%”, mientras que en la actualidad aumentó de 5,7% a 6,6%.
“Consolidar un sendero de crecimiento del salario real será otro de los desafíos para el próximo año. Con una inflación que muestra mayor resistencia a la baja, la población comenzará a demandar un mayor poder de compra”, concluyó.